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  • Carlos Risso

Culpar al pasado es fácil, perverso e hipócrita

Nos hemos acostumbrado a culpar permanentemente de los fracasos y errores, al otro, al que estuvo antes en esa misma función, ó al que no hizo lo que supuestamente y para nosotros, debería haber hecho, e incluso, lo solemos culpar del fracaso de la pareja, de una frustración laboral ó de cualquier otra cosa que nos involucre. Siempre, el otro es el culpable del insuceso.

Es muy difícil admitir que uno falla, que no logró el cometido buscado porque erró el camino, que no encontró soluciones porque las herramientas que utilizó no fueron las adecuadas ó porque tan solo, la decisión que tomó no fue la acertada. Parece simple decirlo, sin embargo, llegada la hora de encontrar los porque ante algo fallido, es mucho más fácil, señalar con el dedo índice a otra persona que apoyarlo sobre su pecho.

Y sucede en todos los órdenes de la vida, a diario y constantemente. Es algo tan común que se ha tornado en la decisión más incorrecta como esperable y utilizada por el ser humano. La economía argentina, en terapia intensiva desde hace tantísimos años, ha tenido los mejores médicos, ha pasado por los mejores sanatorios, ha sabido tener diferentes diagnósticos, fue llevada a varias juntas médicas, y, sin embargo, cuando uno pregunta y se acerca a la habitación para saber su evolución, la respuesta es la misma: estado reservado, no evoluciona, sigue con respirador, el tratamiento no es el adecuado, debemos cambiar de médico.

El paciente no reacciona y los especialistas siguen insistiendo con darle analgésicos y ponerle pañitos de agua fría en la frente para bajarle la fiebre. Quienes desde afuera aseguran, muy sueltos de cuerpo, que el tratamiento es equivocado y que la cura debe venir de una cirugía a fondo, cuando llegan al lado de la cama, se olvidan ó no pueden llevar adelante lo dicho y solo atinan a darle otro analgésico con supuesta mayor potencia.

Cada ministro de economía tiene su librito de cabecera y pretende llevarlo a la práctica, sin ver muchas veces, que ese libro lo leyeron y aplicaron otros colegas con suerte esquiva. Y sin embargo insisten y chocan una y mil veces contra la misma pared, como si el problema estuviese en la mala lectura de quienes lo precedieron y no en el contenido del mismo.

Nos pasamos desde hace muchos años echando culpas a los antecesores, cuando en realidad, si hubiese memoria, muchos de ellos están marcados en varios y distintos pasajes de la vida institucional del país, de un lado y del otro del mostrador, como protagonistas y como actores de reparto alternadamente, sin haber logrado aportar las tan ansiadas soluciones para los problemas enquistados y dolorosos, que lo único que generaron fue, mayor hambre, desocupación y miseria.

Señalar permanentemente culpables es fácil, perverso e hipócrita.

La Argentina necesita de cambios estructurales fuertes, dolorosos, pero alejados de ambiciones tribuneras y personales. Es lo más difícil sin duda. Hay demasiados políticos obsesionados en mantener sus beneficios más allá de cualquier situación, fanáticos de poner sólo en cabezas de otros los fracasos reiterados, alejados consciente e inconscientemente de una realidad que duele a la sociedad toda y de mantenerse casi deliberadamente ajenos a su responsabilidad de pensar en desandar este camino de frustraciones que lleva varias generaciones.


Hasta la próxima. Carlos D. Risso


"Los errores en la política son crímenes; porque por culpa de ellos sufren millones de hombres sin culpa, por culpa de ellos se obstaculiza el desarrollo del país entero y, para décadas que vienen, su futuro". (Mihai Eminescu- Poeta, filósofo y periodista rumano – 1850/1889)

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